Recuerdo en mi último día de clases de licenciatura, una maestra de marketing nos dio un breve mensaje en el que nos deseaba diéramos de tropezones en la vida; mucha gente pensó lo poco amable que parecía su mensaje; sin embargo ahora, cinco años después de varios tropezones creo que tenía razón.
Antes de poder caminar tuvimos que gatear, andes de poder pedalear tuvimos que mantener el equilibrio, antes de poder triunfar, es necesario caer, un poco, mucho, demasiado, eso ya depende de ti. ¿Por qué es necesario caer? Porque cuando caemos es cuando más aprendemos; ¿qué es lo que más recuerdas de la escuela? En ocasiones es aquel examen que reprobaste, pero que ahora recuerdas las respuestas a la perfección; tan sencillo como que al caer uno se da cuenta de su verdadero ser.
Abundan las historias sobre grandes empresarios que han caído y se han recuperado; una de mis favoritas es la de Donald Trump, quién ha caído más de una vez y ha perdido su fortuna más de una vez, sin embargo ha sabido sobreponerse a la derrota, ha aprendido de sus errores y ha vuelto a triunfar una y otra vez. ¿El secreto de su éxito? Lo desconozco, pero podría apostar que es el deseo de subir a la cima, puede que no necesariamente se trate de dinero, sino también de orgullo.
Quizá la característica principal de nuestra generación, no sea el miedo a caer, sino el deseo de triunfar rápidamente con el mínimo esfuerzo; si bien nuestra sociedad ha ido cambiando hacia esta filosofía, el éxito aún debe ser cosechado y trabajado arduamente. El llegar a la cima muy rápido puede privarnos de la vista panorámica de una caída, es decir: en ocasiones el rápido éxito no nos da lecciones qué aprender, claro, también se aprender del éxito y no es necesario fallar para aprender.
La lección al final del día es siempre: aprende de tus errores, crece de tus éxitos, no olvides de dónde vienes, no se puede comprar el cielo.