En el momento en que se constituye una empresa, algunos de los principales objetivos son los de cumplir con su giro, posicionarse en el mercado, ganarse a sus clientes y en mayor o menor medida, la de generar utilidades. Existen diferentes medidas para alcanzar la utilidad esperada al término del periodo, como pueden ser la reducción de costos en el proceso de elaboración, aumentar la eficiencia de los trabajadores, aumentar el número de clientes, entre otros.
Es muy importante que los directivos, una vez que conozcan la utilidad del ejercicio, definan cómo emplear dichos recursos dentro de la empresa. Esta premisa resulta fundamental, ya que es común que una empresa que apenas inicia operaciones y tiene resultados positivos en los primeros años toman una serie de malas decisiones que desencadena en efectos negativos para la misma.
Al momento de contar con utilidades, los mismo dueños se encargan de retirar las utilidades generadas por todos los trabajadores, para satisfacer gustos personales. Esto a la larga puede ocasionar que se descapitalice la empresa, se deje de prestar el mantenimiento necesario a las instalaciones y maquinaria, obsolescencia de equipo y tecnología, falta de recursos para hacer frente a deudas o contingencias, entre otros.
Cabe destacar, que los japoneses cuentan con una ideología interesante sobre el desarrollo con que debe de contar una organización para que pueda crecer y desarrollarse como si fuera una persona. Los japoneses ven a una empresa como un hijo, a quien en sus primeros años hay que cuidarlo, procurarlo y hacerlo crecer. La forma en que se puede ayudar a crecer a una empresa es reinvirtiendo las ganancias que genera. De esta forma permite que se pueda incrementar la producción, contratar más personal e incluso incentivarlos para reconocer su esfuerzo y dedicación, abrir nuevas sucursales, todo esto con el firme propósito de irla consolidando y fortaleciendo.
Una vez que la empresa alcanza su nivel de maduración como puede ser a los 15 ó 20 años, los beneficios que la misma otorgará no sólo a los dueños, sino también a los trabajadores, serán mucho mayor a los que pudo haber tenido en sus primeros años de operación. Todo emprendedor que inicia un proyecto, no debe de visualizar su negocio solamente como una fuente de ingresos para cubrir sus gastos y gustos personales por los primero 2 ó 3 años. Debe de desarrollar y planear un proyecto a 10, 15 ó 20 años para alcanzar los objetivos deseados, ya sean personales, profesionales o económicos, y no ser el promotor del fracaso de su propio negocio en los primero años de operación.