Pareciera imposible pensar que una empresa son sus personas, en ocasiones visualizamos a las empresas como entes que funcionan por inercia; sin embargo, la parte más importante de una empresa son las personas que la conforman.

La empresa puede definirse desde muchas perspectivas y maneras dependiendo el enfoque; sin embargo, partamos del hecho de que “nos encontramos ante una comunidad de personas” que convergen en un mismo espacio y tiempo con un motivo en común.

Las definiciones suelen partir sobre los elementos o actividades que aportan las personas, así podemos partir que la empresa es un conjunto de capital, organización y trabajo. A pesar de esto, el capital no es el factor más importante ni el único de la empresa. Es por ello que para poder definirla podemos colocar a la empresa en dos niveles: el nivel de trabajo y el nivel de la persona.

En el nivel de trabajo tenemos tres especies: el operativo en el cual radica la parte “obrera”; el trabajo directivo, el cual se refiere a la dirección y operación de decisiones; y finalmente el trabajo de capital en el cual se aportan los fondos para la operación.

La empresa es el conjunto de estos tres elementos: operativo, directivo y capital o ahorrado; en donde los tres dependen de los tres para su óptimo desarrollo por lo que ninguno está por debajo del otro, sino que están en un mismo nivel de jerarquía ya que si uno dejase de existir el otro por consecuencia también cesaría sus funciones.

La empresa en su nivel de persona la describe como una una comunidad de personas que aportan conjuntamente su trabajo directivo, operativo y su inversión. Así es como lo importante no es en lo que aportan las personas sino en las personas que aportan a la organización.

Fuente: Dilemas éticos de la empresa contemporánea – Carlos Llano Cifuentes

@ceciliaeinstein

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *