#4: Migrar a la nube no es un todo o nada
Afortunadamente, no hay que apostar la compañía al momento de decidir migrar a la nube. La mayoría de los CIO lo hacen dando pasos pequeños, aprendiendo en el camino.
Una buena manera de empezar es segmentando el portafolio de la compañía en tres grupos:
● Lo que vale la pena migrar a la nube de manera inmediata.
● Lo que puede esperar.
● Las aplicaciones centrales, que es preferible mantener internas en el futuro previsible.
Este arranque híbrido permite que las empresas migren aplicaciones menos críticas a la nube, manteniendo las funciones más delicadas del negocio en las instalaciones. Esta estrategia tiene otras ventajas; cuando los servidores más viejos dejen de funcionar, pueden ser retirados y las cargas de trabajo se pueden migrar a la nube, evitando la compra de hardware nuevo para reemplazarlos. Se pueden sacar apps móviles o colaborativas nuevas diseñadas para acceso remoto desde el día uno. Así, el CIO puede usar la nube para complementar y extender la infraestructura existente, en vez de reemplazarla de la noche a la mañana.
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