CARLOS GUERRA | Nos vendieron tan bien la moto que al final nos lo creímos. Estudia una carrera, fórmate y encontrarás un trabajo. Con un máster, ni te cuento. A, B y C. Esa fantasía de feliz linealidad se derrumbó en algún momento del último lustro, y hoy la realidad es de miles de universitarios estupefactos engrosando las listas del paro. Pero entre las historias que nos llegan de la crisis, hay algunas en las que en medio del drama resplandece la alegría. Una de ellas es la de Sergio Rivas, que vive en Murcia y a los 15 años ya hacía páginas webs para proyectos de amigos. Ahora tiene 25.

Sergio se desanimó cuando hace casi un año le denegaron una beca de colaborador en la Facultad de Informática de la Universidad de Murcia. Había hecho planes de doctorado y esta noticia los echaba por tierra. Pocos meses después, a principios de este verano, estaba en San Petersburgo representando a España en la Imagine Cup, el mayor concurso sobre innovación que organiza Microsoft a nivel global.

Su boletín de noviembre de 2012 lo decía claramente: Dream it, build it, live it. “Eso me incentivó a llevar lo que sabía de las interfaces cerebrales (sensores) y visión 3D a la vida real”, explica Sergio. ‘Lo que sabía’ es lo que venía trabajando desde años atrás, muy en el estilo propio de Sergio, con ayuda del profesor Ginés García Mateos, su mentor en la Universidad de Murcia. En tres meses construyeron el prototipo con un casco de moto, que llamaron SRGX Project, y que se presentó al concurso. “A tiempo parcial, porque estaba estudiando”, señala.

La experiencia en la Imagine Cup fue inesperada, como tantas cosas en la vida, para Sergio. “Primero te tienes que inscribir en una fase local (nacional). Empecé a trabajar y dejé para ello asignaturas de lado. No fue complicado porque llevaba bastante avanzado de meses anteriores, y ya había trabajado con tecnología de Microsoft para hacer visión 3D en tiempo real. Combiné eso que ya había aprendido con interfaz cerebral”, explica.

sergio rivas

Para la final nacional se seleccionaron tres proyectos, que se presentaban al jurado por videoconferencia. Al no ser solamente un software, la demostración era aún más importante. Esa misma tarde le confirmaron que había pasado a la final en Madrid. “La final no me salió como yo quisiera, pero el jurado valoró el conjunto del trabajo, la demo que hice. Luego vinieron meses de prensa y televisión, y la final internacional fue en julio, en San Petersburgo”.

En la convocatoria internacional no logró los 50.000 dólares de premio, “aunque no significa que no ganáramos”, señala. “Aprendí que lo que se busca es algo innovador pero que se pueda llevar al mercado mañana. A lo mío le queda evolución, y me hacía falta pasar por eso. No salí descontento porque recibí un ‘feedback’ muy positivo. De hecho el director de Imagine Cup, John Scott Tynes, me pidió una demostración privada. Para mí, eso es ganar”.

¿Se traduce eso en inversores interesados? De momento no. “Sí es cierto que mucha gente se interesó por mi proyecto y se quedó con mi correo. He conocido a personas como el CEO de Vuzix Corporation, que venden gafas de realidad virtual. Se está tramitando una patente del sistema, y el enfoque que tenemos no es desacertado. Sony anunció hace 3 semanas un sistema parecido para ayudar a los cirujanos. Es lógico, porque todo tiende a esto. Por ahora sigo estudiando, y mejorando el prototipo. Está casi todo hecho a nivel de software. La cuestión es mejorarlo en una versión más usable y ver quién lo va a fabricar”, comenta.

Resulta inevitable preguntar por Google Glass, las gafas de realidad aumentada que la empresa californiana lanzó de manera limitada en la primera mitad de este año. Para Sergio se trata un proyecto muy distinto pero que también valora.

“Google Glass es como una especie de smartphone. En cambio SRGX sirve para videojuegos, simulaciones médicas, operaciones… También se podría integrar todo dentro de unas gafas. Puedes ir por la calle y ver a través de las cámaras información de escaparates, videojuegos, cine… Es más bien una plataforma, no una aplicación concreta. Está abierto a un mundo de posibilidades”.

De momento Sergio se centra en terminar la carrera, le resta una asignatura. El proyecto final lo presentó en junio, y fue, lógicamente, sobre visión 3D. A partir de ahí, buscar oportunidades para seguir evolucionando en este campo. Tampoco descarta presentarse a otros concursos si se da el caso, porque ganas, ahora, le sobran. “Que gente de Microsoft te diga que lo que has hecho, vale, es un orgullo. Jamás pensé que iba a tener tanta repercusión. Ha sido impresionante.”

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