Lo bueno de Alejandro Klecker (Madrid, 1960) es que igual te habla sobre espionaje industrial como imparte una conferencia sobre la Real Armada de Carlos III.

Lo malo es eso, que maneja tantos temas que sería temerario abordarlos todos en una sola entrevista. Tampoco es cuestión de abusar, aunque te invite al desayuno en un lustroso hotel de Madrid. “Cada año en la Unión Europea tiramos 34.000 millones de euros en invenciones que ya están patentadas en otros países”, señala.

Desde hace 15 años dirije Clarke, Modet & Cº, una multinacional española con compañías en diez países dedicadas a la protección del conocimiento y la “inteligencia tecnológica”. En 2012 facturaron más de 66 millones de euros y su actividad de divulgación es imparable, debido a la falta de conocimiento que suele haber sobre estos asuntos.

Klecker es el hombre de las patentes. Si tienes una duda, él la va a resolver.

Pregunta. ¿Qué es una patente?

Respuesta. Un título de propiedad sobre una invención que requiere tres cosas: altura científica, novedad y aplicación industrial. Cualquiera que aporte una solución técnica a un problema que no se haya resuelto anteriormente.

P. No parece fácil.

R. La novedad tiene que ser a nivel mundial, es muy difícil. Por eso en España también se utiliza el modelo de utilidad, que solo requiere novedad a nivel nacional. Y si la puedes comercializar, la extiendes a patente.

P. ¿Hay mucho inventor?

R. Según el Banco Mundial, se solicitan por residentes a través de sus oficinas nacionales más de 1.2 millones de patentes, de las que 287.000 son japonesas, 247.000 de Estados unidos y 46.000 alemanas. En España son 3.430.

P. ¿No son pocas?

R. Lo que pasa es que hay una ruptura entre esas 11.000 empresas innovadoras españolas y las 3.430 patentes, de las cuales la mitad vienen del sector público.

P. ¿Qué ruptura?

R. Algo estamos haciendo mal con esa I+D que no termina en el mercado, que no se patenta o no se comercializa.

P. Y en lo que sí se patenta, ¿sabemos hacerlo?

R. Cada año en la UE tiramos 34.000 millones de euros en invenciones ya registradas en otros países.

P.  ¡Suena a broma!

R. Nos lanzamos, consultamos tres o cuatro bases de datos en Internet y alguna revista del sector. No hacemos inteligencia tecnológica.

P. Pequeños proyectos supongo.

R. Le ocurre a todo el mundo, desde la gran multinacional hasta el pequeño inventor.

P. ¿Tiene arreglo?

R. Existen herramientas primarias en Internet para ello. Un informe de patentabilidad de los nuestros te cuesta 800 o 900 euros. No es mucho dinero, y sin embargo la gente no lo hace.

P. ¿Cómo está España en esto?

R. Sobre el puesto 30 y bajando.

P. Tan mal.

R. Porque no hemos hecho investigación aplicada. Subvencionamos la I+D pero luego no hay manera de ponerla en el mercado como spin off, startup o pyme. Se está resolviendo.

P.¿Y Latinoamérica?

R. Al haber menos presupuesto público, cuando hay subvenciones van para investigación aplicada. Son grupos muy focalizados, con mentalidad anglosajona.

P. Hay focos importantes.

R. Los grandes y masivos están muy localizados. El Instituto Tecnológico de Monterrey es un ejemplo clarísimo. La Universidad Católica de Chile, la Politécnica de Sao Paulo… En Colombia existe cultura de patentes. Hay países que lo tienen muy lejano, como Ecuador, Perú, Venezuela y Argentina. Brasil en cambio multiplica casi por tres el número de patentes españolas.

P. Estaremos aprendiendo algo, al menos.

R. En el 8º programa marco europeo, lo que va a ser Horizonte 2020, va todo para investigación aplicada. Yo le subvenciono, pero tiene que acabar en algo cuantificable.

P. ¿Y el capital semilla?

R. Sí que hay, como Neotec, que es público y funciona bien, pero son escasísimos. Pretenden inversiones de 10-20 millones de euros, que es donde obtienen la rentabilidad, y aquí necesitamos proyectos de medio millón o un millón. Por eso el 95% de las invenciones están fuera del circuito financiero.

P. ¿Qué tal los proyectos?

R. Cuando el fondo entra y analiza la invención, suele ver que le falta madurez. Esto puede deberse a que no ha estudiado correctamente el mercado final, porque no han hecho inteligencia tecnológica y ven que hay miles de patentes de este estilo o bien porque no saben comercializar la tecnología. No es fácil licenciarla.

P. Es como soltar mi tesoro

R. Y que sea el momento de oportunidad de que el que lo quiera comprar lo necesite en ese momento.

P. ¿Cómo se sabe?

R. De nuevo haciendo inteligencia tecnológica. Sabes quiénes están trabajando en este campo, y tan sencillo como decirles ‘estoy trabajando en esto, ¿te intereso o no te intereso?’.  Al pequeño empresario le falta el contacto con el comprador desde el primer momento.

P. Entonces la PyME sí innova…

R. La innovación hoy en día está en la muy pequeña empresa. Si vemos las carteras de patentes la mayoría son de inventores que provienen de las universidades y pymes. A las grandes empresas les cuesta más tiempo poner en marcha un proyecto.

P. Son más ineficientes.

R. Exacto, el problema es cómo conectamos a ese pequeñito con Sony o Toyota.

P. ¿De qué sectores son las pequeñas empresas que destacan en España?

R. Calzado, textil, herramientas, bicicletas, litio… También componentes de transportes y automóvil. Tenemos empresas de electrónica muy buenas. El problema es que tienen un monocliente, con desarrollos muy concretos que no sabemos vender a terceros. Una vez resuelto el problema de esa gran compañía, no hay cadena de valor para poner en el mercado todo lo que se está haciendo.

P. Ahora se habla mucho de seguridad tecnológica y de comunicaciones… ¿cómo nos protegemos frente a eso?

R. Sin entrar en las debilidades que puedan tener las redes y sistemas operativos, fallamos en lo básico, que es ir a una reunión y contarle a un posible proveedor o distribuidor lo que estamos haciendo, sin tener ni siquiera un acuerdo de confidencialidad.

P. ¿Es cierto?

R. Tenemos casos de clientes a los que les han quitado propiedad intelectual por no tenerlo y luego, contamos las cosas antes de tiempo, permitiendo así que un posible competidor se adelante, registre y nos bloquee con acciones judiciales.

Por: Carlos Guerra, La Caja abierta

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