empresa

“No abarates tu empresa”, fue el consejo de mi mejor amigo ante la pregunta de si para convencer a otros de mantenerlos en la empresa debería de darles participación o un pedazo de la misma.

Y es que días anteriores a esa charla estuve analizando el reestructurar la empresa y trataba de acomodar a mis actuales colaboradores, quienes de igual manera son amigos míos, en una nueva jerarquía organizacional. Y el motivo de tal reacomodo era mantenerlos dentro de la organización, debido a que habían empezado a cortar la comunicación conmigo y realizaban tareas y actividades que ya no supervisaba.

Todo comenzó con una gran oportunidad que llegó para crecer la empresa, pero se convirtió en la manera perfecta para que ellos pudieran independizarse, quitarse la camiseta e irse. No estoy en contra de que la gente crezca o se desarrolle, pero el problema surge cuando no se tiene la confianza de comunicarlo.

Mi gran confusión estaba en si podía seguir contando con ellos o no, y como eran los principales colaboradores de la empresa perderlos iba a traer consecuencias graves. Y ya había empezado: los planes, las estrategias y el trabajo ya no se desempeñaban bien, todo se estaba cayendo. No de manera dramática pero si se iban sería un proceso de estancamiento que haría a mi empresa retroceder un año o más de trabajo realizado.

Es por eso que había diseñado un plan para mantenerlos y que no quedaran malos entendidos. Pero, este plan cambió tras las palabras de mi amigo: no puedes ceder parte de tu empresa, parte de tu idea a personas que te están dando los motivos para no seguir contando con ellos. Y tras platicar con ellos, todo encajó; ya no podía seguir manteniendo la relación de trabajo especialmente cuando ellos ya habían perdido la chispa, el entusiasmo en el presente y futuro de la empresa.

Al final decidí tomar mi empresa por otros rumbos y mis colaboradores naturalmente tomaran el suyo. Pero sin importar la decisión, uno se lleva un gran aprendizaje.

En retrospección, puede que mi error haya sido proveniente de mi liderazgo o falta de este. Pero lo importante no es buscar culpables sino comprender que emprender o asociarte con amigos en un negocio es un tema muy delicado y debes de encontrar la manera en que la sociedad y la amistad no se mezclen, hallar a la gente adecuada y siempre estar en constante comunicación con ellos, dar seguimiento de cómo se siente dentro de la empresa y su papel dentro de la misma.

También, como a mi me pasó, estar preparado para tener que dejar ir a aquellos que ya no benefician al proyecto. Nunca trates de mantener a alguien dentro del barco si ya no lo ama ni se considera parte de este. Y como mi mejor amigo me lo dejo muy claro: Nunca abarates tu empresa, no cedas parte de lo que has creado a personas que no están interesadas o no creen en ella.

[El siguiente artículo retrata una situación específica de las vivencias del autor, algunas cosas fueron cambiadas por la privacidad del este y las personas involucradas, con la finalidad de ejemplificar una situación más general]

Imagen de Bplanet´s en shutterstock

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