hacer negocios

Los buenos modales no son solamente una regla en el comedor o un disparate social. Son algo que deben estar presentes en todas las situaciones de la vida cotidiana, y para un emprendedor es de suma importancia tenerlas presentes al hacer negocios.

No solo por la etiqueta sino también debido a que unos buenos modales pueden ser la diferencia entre el fracaso de un trato o una venta exitosa.

Y la puntualidad es uno de los hábitos en el que más me ha tocado sufrirle. Me he topado con empresarios y emprendedores que tienen problema al marcar sus tiempos y llegar puntuales a las reuniones de trabajo o a entregar cierta documentación para iniciar un proyecto.

Es de un muy mal gusto agendar una reunión para cierta hora y fecha y no llegar. Peor aun si no avisas que no vas a poder llegar. Es pésimo estar esperando a alguien durante varios minutos después de la hora pactada y que ni siquiera te avise si se encuentra bien o si tuvo un contratiempo. Terminas llamando a esta persona para reagendar, y te sientes mal porque sabes que mientras más tiempo pase, el cliente tendrá menos ganas de iniciar o continuar el proyecto.

He estado con clientes con los que agendo reuniones y no llegan. Ni siquiera me avisan. Y seguimos así el juego de seguir agendando y nunca reunirnos.

Como emprendedor, yo entiendo que a veces hay contratiempos y problemas que surgen de imprevistos, pero eso no es pretexto para que en numerosas ocasiones la persona no llegue o cancele mientras uno espera. Eso, a mi parecer, me indica que no tienen organizado su tiempo de manera eficiente; no tienen planeación de su día; si la tuvieran sabrían la importancia de cada actividad y cuánto tiempo les puede llevar en realizar cada tarea.

Es por eso que los invito a que cada vez que se vayan a reunir con un cliente o con alguien que les está ofreciendo sus servicios y su tiempo para ayudarlos, consideren muy bien sus tiempos para no quedar mal frente a esta persona ni hacerle perder su tiempo. A nadie le gusta.

Hace un tiempo tuve una reunión con un empresario de alta categoría. Pensé que la reunión empezaría a tiempo y sin ningún contratiempo. Desafortunadamente no fue así. Esperé 30 minutos después de la hora pactada y me avisó que no iba a llegar. Reagendamos para el día siguiente y una vez que había llegado al lugar, pasaron más de 20 minutos para que él llegara. Esto dejó presión de mi parte porque yo ya tenía agendado mis tiempos y tenía actividades para realizar después, por lo que tenía menos tiempo para trabajar con esta persona.

Pensé que la reunión marcharía bien pero el problema surgió cuando al explicarle sobre mi servicio, el empresario solo veía su celular. Parecía que no prestaba atención. Yo traté de conversar con él pero ciertamente no supe si me prestó atención o solo esperaba saber cuánto le costaría.

Finalmente aceptó el trato y empezamos a trabajar días después. Sin embargo fue una decepción que un empresario de su categoría se haya desenvuelto de tal manera. Como si el tiempo agendado no fuera lo suficientemente relevante para prestarle atención. En unos cuantos minutos destruyó su imagen. Al menos frente a mis ojos.

Son estos pequeños detalles que pueden hacer la diferencia en la forma de hacer negocios. Cuando existen los modales apropiados, las partes involucradas se sienten cómodas y relevantes en la negociación.

Así que siempre estén atentos de cómo tratan al cliente, cómo se comportan en las reuniones y, claro, también asegúrense de planear su agenda para llegar puntuales a cada reunión.

Imagen de Bobaa22´s  en shutterstock

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