¿Y si no funciona? ¿Y si no les gusta? ¿Y si no salen las cosas como quiero? ¿Tendré los suficientes conocimientos? Esa y muchas más interrogantes son las que pasan por la mente de una persona que tiene una idea maravillosa para un negocio pero que no se atreve a llevarla a cabo. Muchas veces sin pensar en qué tan lejos se podría llegar, tenemos ideas muy buenas que podrían servir para arreglar algún problema o satisfacer una necesidad. Pero ¿por qué entonces no se realizan? Puede ser por muchos factores: miedo, inseguridad, conformismo, falta de motivación, no creemos que sea necesario, etc.
Se da mucho el caso que a lo mejor estudiaste una carrera que te gusta o te llamo la atención, pero que hoy en día a lo que te dedicas, tal vez no te gusta del todo. ¿Entonces por qué sigues ahí? Por comodidad, ya tienes un nivel de ingresos que te permite satisfacer tus necesidades, estás conforme con lo que tienes. Por una parte puede ser bueno, si es que realmente te gusta y sabes que a corto o largo plazo vas a obtener más beneficios y un crecimiento personal-profesional. Pero llega un punto en el que está mal si sabes que no vas a poder dar más, que no vas a crecer, si ya nada te motiva, si nada más estás porque necesitas el trabajo para mantenerte a ti o a tu familia. Y es cuando uno se empieza a preguntar ¿por qué no estoy haciendo lo que me gusta? O ¿Por qué no he empezado a echar a andar mi idea? Todo se resume a que no estas asumiendo el riesgo.
El riesgo, según la RAE es: estar expuesto a perderse o a no verificarse. Al momento de querer materializar una idea claro que puedes correr muchos riesgos:
– Que no sea aceptada por el mercado
– Que no sea lo que esperas
– Problemas con algún trámite, haciendo que se retrase o se eche para atrás.
– Ingresos no esperados o incluso pérdidas.
– Mayores costos, gastos de lo esperado, Etc.
Hay un sin fin de razones por las que uno decidiría mejor no arriesgarse. Pero las ventajas de arriesgarse pueden ser mucho más beneficiosas y gratificantes tanto a corto como a largo plazo. Piensa en todo lo que podrías lograr, el reconocimiento, éxito, posicionamiento, crecimiento personal y profesional, desarrollo de tu producto o servicio, expansión, excelencia… ¿Ya te viste verdad?
Puede que te pesen mucho los riesgos negativos, pero todas esas derivadas tienen solución. Siempre la habrá de alguna u otra manera mientras estés dispuesto al cambio, a probar algo diferente y ¿Por qué no? Buscando ayuda con tus contactos. Ten en mente que si no has logrado poner en marcha esa idea es que TU MISMO te estás poniendo esa limitante, y eres quien está poniendo esa barrera entre el conformismo y el éxito. Como dice el dicho: El que no arriesga, no gana.