Hemos escuchado muchas veces que “una idea de negocio es buena hasta que se pone en marcha” y lo queramos o no, es la verdad. Todos tenemos ideas, las ideas no se pueden patentar o registrar, tenemos que empezar a movernos para que valgan algo.
Ahora, voy a agregarle otra variable a esa afirmación: “una idea de negocio es buena hasta que se empieza a compartir para ponerla en marcha” y cuando digo compartir no me refiero a hacer amigos, me refiero a exteriorizar la idea, presentarla a varias personas y recibir retroalimentación para mejorarla.
Al iniciar una empresa es necesario ser lo suficientemente flexible para que esta pueda evolucionar según las necesidades de su segmento meta. Es en este momento que entra en juego la comunicación. Saber comunicar tu idea es igual o más importante que la idea misma, ya que si nadie la entiende, nadie la ve como necesidad y nadie la consume.
Existen varios tipos de herramientas para poder ordenar el discurso de forma estratégica y atraer la atención del público sin revelar los aspectos clave, o elementos secretos, de una empresa. Cada herramienta de presentación depende del público al cual se dirige.
Si lo que se busca es dar una excelente primera impresión en muy poco tiempo, la herramienta ideal es el elevator pitch. Esta permite en menos de un minuto cautivar la atención de un auditorio completo o de un solo inversionista.
Si el objetivo es explicar puntualmente el funcionamiento de un negocio, o idea de negocio, y se cuenta con un tiempo adecuado, lo ideal es hacer un pitch, que puede durar hasta 5 minutos. Esta herramienta permite profundizar en los aspectos operativos y las necesidades principales para el progreso del negocio. Permite a la audiencia comprender el negocio y decidir si participa o no en su desarrollo, ya sea consumiendo sus productos/servicios o invirtiendo en ellos.
Finalmente, podemos mencionar una última herramienta de presentación. Si se cuenta con alrededor de 20 minutos, un espacio físico adecuado y la oportunidad de responder a preguntas, lo ideal es estructurar una presentación para inversionistas. En esta se profundiza sobre proyecciones financieras, actividades operativas, recursos necesarios y estrategias de comunicación y mercadeo. Su fin es convencer a el o los inversionistas de invertir en su desarrollo.
Podemos ver que no existe una sola fórmula para desarrollar un emprendimiento, así como existen muchas herramientas de presentación, cada una se acopla a las circunstancias en que pueden darse oportunidades de crecimiento. El éxito del emprendimiento se basa en las oportunidades que se aprovechan. Si se da el espacio, compartamos nuestra idea de negocio, no importa si es un concepto, si ya se tiene un prototipo o si ya llevamos años en su desarrollo.
Un discurso ordenado es la mejor arma para captar clientes, usuarios, inversionistas, socios y aliados. En la actualidad, nadie puede hacer por sí solo un negocio exitoso.
Imagen principal: Shutterstock