En estos días, es increíble la cantidad de jóvenes emprendedores que están buscando sus sueños, creando empresas, a veces sin dinero, experiencia laboral o un grado universitario. Seamos honestos, los tiempos están cambiando y crear una empresa es más fácil y rápido que antes: nuevas tecnologías, nuevos mercado y nuevas demandas de la población están cambiando por completo la manera en que hacemos negocios.

Al menos eso es lo que los expertos dicen… En mi propia experiencia, emprender no es sencillo. ¡Y no debería de serlo! Te diré el por qué, contándoles lo que a mí me pasó:

La historia empieza hace más de 2 años cuando tenía 21. Me encontraba a 12 meses de terminar la universidad y realmente no pensaba sobre mi futuro; sólo hacía lo necesario para cumplir mis obligaciones como estudiante. Fue en este tiempo cuando uno de mis amigos se acercó a mí con la idea de formar un negocio/empresa con otros. Y supongo que dije que sí porque eran mis amigos.

Al contrario de mí, ellos habían tenido clases sobre emprendimiento y cierta experiencia laboral. En el inicio no sabía el por qué formaba parte del equipo, pero eso mismo me hizo indagar más sobre el mundo del emprendedurismo y tomé clases sobre emprendimiento, empecé a leer revistas y blogs relacionado con lo mismo.

Durante los últimos meses de 2011, mis amigos y yo tratábamos de hacer nuestra idea una realidad. Tuvimos el apoyo de una incubadora de empresas y por esos días recibimos tutoría de cada aspecto del desarrollo de nuevos negocios. Estaba realmente emocionado: la idea de tener una empresa con mis amigos era completamente abrumador, una experiencia que cambiaría mi vida, algo tan excepcional que sólo se comparaba con su monumental fracaso.

A principios de 2012, ya teníamos el plan de negocios, imagen corporativa, diseño de nuestros productos, y a pesar de todo esto, no pudimos arrancarlo. Nunca se volvió realidad. Empezamos a hacer otras cosas, enfocándonos en nuestras carreras y en nuestros futuros. Pienso que probablemente no estábamos listos para una idea así. No fue fácil renunciar a la idea, pero aprendimos muchísimo de la experiencia.

Pero ¿recuerdas las clases que empecé a tomar de emprendimiento? Pues éstas me hicieron crear una nueva empresa. Ese era el plan de estudios de la materia: o lograba probar mi idea o reprobaba y no me graduaba.

Ya era mi último semestre en la universidad y fueron días muy intensos. Pero son los más memorables a mi parecer. Al final logré terminar un plan de negocio, cumplí mis obligaciones como alumno, probé mi idea y realicé mis primeras ventas. Todo esto antes de graduarme; fue difícil pero valió la pena.

Ahora, casi un año después, sigo con ese negocio que concebí en mis clases, tengo mi propia oficina, trabajo bajo mi horario y hago lo que me gusta y quiero. Sí, fallé en mi primera idea de negocio, pero no fue el final: me levanté y decidí enfrentarme otra vez al reto de emprender.

El emprendimiento no debe de ser vendido como algo fácil; es todo lo contrario. Realmente no importa si fallas, de hecho es muy importante que falles en el camino. Esto te hace crecer, te hace más sabio, te hace ver las cosas de una manera distinta. Lo que realmente importa es que no te des por vencido; debes tener la voluntad para volverte un emprendedor.

Pregúntate, si emprender fuera muy fácil, ¿todavía quisieras ser emprendedor?

 

Por:  Cristopher Ramírez es un  Ingeniero en TI convertido en emprendedor, inversionista y apasionado escritor. Dedicado a alcanzar sus sueños. @Cris_Rmz

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