El desarrollo económico basado en el crecimiento verde parece ser la nueva panacea para la evolución sustentable de la economía. Sin embargo, éste impone muchos retos por sortear.

En la pasada Cumbre de Rio+20 en Río de Janeiro, Brasil, más de 200 líderes empresariales, ambientales, luchadores de los derechos humanos, representantes de organizaciones internacionales y de gobierno se reunieron para acordar soluciones que permitan al mundo entero mantener su estilo de vida sin comprometer los recursos de las generaciones venideras.

De acuerdo a muchos especialistas, los resultados de la Cumbre fueron mediocres, sobre todo sopesando los críticos problemas que experimenta nuestro planeta: contaminación, imparable sobrepoblación, consumismo exacerbado, cambio climático y escasez de materias primas energéticas, entre otros.

A pesar de la tibieza de las soluciones y con el compromiso de los gobiernos más importantes del mundo como China, Estados Unidos, Rusia e India, se logró lanzar un proyecto de alcance global: el crecimiento verde. Para muchos expertos, el simple hecho de sugerir crecimiento se contrapone con la posibilidad de que sea ambiental y socialmente amigable. Sin embargo, para muchos gobiernos, empresas y organizaciones internacionales, ésta es una opción viable para pasar del status quo actual hacia modelos más sostenibles que promuevan el empleo, las energías renovables, los cambios de hábitos de consumo y alimenticios, por medio de una transición paulatina orientada a la adaptación eventual de todos los actores a través de cambios de estrategias y políticas.

Las oportunidades que el crecimiento verde ofrece son muy diversas; desde modelos de negocios ya conocidos como los materiales reciclables, hasta nuevas tendencias como el consumo de artículos producidos localmente. También existen posibilidades de participación en inversiones más grandes que involucran energías renovables y muchas otras áreas que apenas se están explorando, como la huella hídrica y la huella de carbono. Los temas antes mencionados son simplemente la punta de iceberg que se puede descubrir por medio de un análisis más concienzudo de las nuevas exigencias del crecimiento.

Un punto a favor de estas ideas es que los gobiernos, la iniciativa privada y los organismos no gubernamentales tienen una nueva vocación sustentable con la que destinan inversiones sustanciosas a proyectos sustentables congruentes con las nuevas características de la demanda global. Antes tener una certificación como empresa socialmente responsable era una ventaja competitiva, hoy es una exigencia del mercado. De esta forma, los “emprendedores verdes”, serán los primeros en moverse (first movers), para que los demás los sigan (fast followers).

Hace 20 años, se predijo el crecimiento de los empleos relacionados con la sustentabilidad. Hoy vivimos estos pronósticos y debemos estar listos para aportar nuevas ideas de forma innovadora, contundente y efectiva, que contribuyan a este crecimiento verde. ¡Así que empecemos a pensar!

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