Una vez que hemos empezado con la idea de realizar un proyecto, sea personal o profesional, nos enfrentamos inevitablemente con diversas etapas a las que deberemos hacer frente.

Generalmente comenzamos muy motivados e iniciamos con la planeación, estableciendo diferentes estrategias en las que visualizamos escenarios positivos y negativos, ante los cuales nos enfrentaremos; así como los factores externos e internos, que quizá en un principio no habíamos contemplado, y es hasta el momento de bajar nuestras ideas a papel, que nos percatamos de ellos.

No podemos hacer a un lado un factor muy importante como lo es la opinión de nuestros seres queridos, que aunque muchas veces pueden apoyarnos, otras, además de no darnos su aprobación, nos desmotivan y plantean razones sumamente pesimistas por las cuales «deberíamos» declinar con el proyecto. Sin embargo, a pesar de que muchas veces existen circunstancias que nos llevan a dudar sobre el éxito que podamos tener al emprender, hay que regresar a las bases que nos llevaron a iniciar.

Y es así como podemos tener la clave para no desistir ante un nuevo proyecto, que es tener muy en claro el motivo por el cual comenzamos, y tener la respuesta concisa sobre los siguientes puntos: 

þ  ‘Qué’. En este punto, podremos definir de manera específica una idea global sobre el proyecto, no confundamos la etapa de planeación con responder esta cuestión, se trata de saber lo que se pretende desarrollar, porque muchas veces tenemos conocimiento del objetivo pero carecemos de esta respuesta aparentemente sencilla, donde debemos simplemente hacer una breve descripción de lo que haremos. 

þ  ‘Por qué’. Aquí desarrollaremos los rubros, que explicarán lo que nos llevó a emprender el proyecto, cuáles son los motivos por los que queremos emprender; aquí tendremos que sustentar nuestras respuestas. Recordemos que no es para explicarlo y “solicitar aprobación”, sino para que teniendo claro este punto, no flaqueemos ante comentarios o situaciones que nos lleven al titubeo.

þ  ‘Para qué’. Esta quizá es de las preguntas más significativas que pueden ayudarnos a sustentar con bases sólidas el proyecto, generalmente uno inicia algo porque vio que se estaba llevando mal algún proceso o porque nos percatamos de un área de oportunidad o de alguna necesidad que tenía la sociedad y nadie estaba atendiendo; difícilmente las ideas surgen sin una razón, y es aquí donde debemos poner énfasis, ya que la respuesta a esta pregunta, es la que nos permitirá saber cuál es el propósito por el que nos enfrentaremos a situaciones adversas, lo que nos mantendrá a saber el objetivo y a no olvidar la inspiración que nos llevó a tomar esa iniciativa.

Sabemos que en el desarrollo del proyecto, podremos responder a las preguntas ‘cómo’, ‘cuándo’, ‘dónde’ y posiblemente agregaremos motivos que fortalezcan nuestras respuestas a las preguntas desglosadas en los párrafos anteriores.

Debemos estar conscientes que jamás podremos darle gusto al 100% de la población que nos rodea, vivimos en un mundo tan diverso en el que existen diferentes formas de pensar, tantas, que llegar a un acuerdo es posible, pero homogeneizar una idea es todo un reto. No debemos hacer a un lado la importancia de escuchar a aquellas personas experimentadas, de quienes siempre es importante poner atención a sus argumentos; de modo que la principal persona que debe estar convencida de lo que se realizará es sin lugar a duda uno mismo.

@ccharragae

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