El conocimiento es una herramienta muy valiosa que se puede usar de diferentes formas para potenciar el crecimiento y el desarrollo de una empresa. Conocimientos en marketing, gerencia, ventas, producción, y psicología, entre otros, pueden ser bastante útiles para realizar las diferentes tareas de una empresa, no hay que subestimar su valor. Sin embargo éste tipo de conocimiento no es suficiente para alcanzar el éxito de una empresa, puesto que el conocimiento sólo constituye una pequeña parte del emprendedor; el emprendedor puede dar mucho más de lo que el conocimiento puede ofrecer.

Para entender esto, hay que tener claro que el conocimiento es bastante amplio, y a menos que se llegue a vivir eternamente y a tener capacidades intelectuales ilimitadas, es completamente imposible aprender todas las cosas que pueden ayudar a una empresa.

Para una StartUp, lo general es que una misma persona realice diferentes funciones relacionadas con las distintas áreas de una empresa, todo tipo de tareas que van desde el diseño de imagen hasta la contratación, desde las ventas hasta los servicios generales. En la lucha por aprender nos vemos limitados por el tiempo que disponemos y las capacidades de nuestro cuerpo humano, no lo podemos aprender todo. Es por esto que debemos concentrarnos en adquirir los conocimientos esenciales, sin ir a profundizaciones que nos lleven a la ineficiencia, pues el conocimiento es vano si no se aplica, y alguien que gasta todo su tiempo estudiando difícilmente va a poder aplicar el conocimiento adquirido.

Si no se cuenta con alguien especializado en algún tema, lo mejor es simplemente saber lo básico. El mundo se mueve a tal velocidad que una habilidad, dato o herramienta que hoy se considera útil puede considerarse ineficiente el día de mañana; algo que se estudió con detalle hace un tiempo, hoy puede ser considerado como algo inservible. Por eso debemos especializarnos en los aspectos de nuestra vida que son duraderos.

Los aspectos duraderos de la vida de un emprendedor y que pueden ser aplicados para desarrollar a una empresa van mucho más allá de conocimientos aislados que perecen. En realidad estos aspectos se convierten en la base de cualquier persona; y precisamente por ser la base, se les conoce como principios.

Los principios son duraderos, y es nuestro deber fortalecerlos; aspectos como la disciplina, la perseverancia, la ética, y la honradez no cambian con el tiempo si se tiene la determinación correcta, y más que los conocimientos, son la clave para un buen desempeño tanto en una empresa como en nuestras vidas.

Además los principios buenos pueden desalojar de nosotros los hábitos y comportamientos negativos que nos impiden dar pasos hacia adelante; la perseverancia elimina la pereza, la honradez elimina la desconfianza y la inseguridad, el amor elimina el resentimiento y da fuerzas para levantarse cada mañana.

Si quieres desarrollar buenos principios simplemente cambia tu actitud hacia la vida, y descubre que en cada paso que das estarás más cerca de tus objetivos. Vive la vida con pasión, confianza y alegría, pero sobre todo con constancia. Algunos conocedores del tema señalan que son necesarios sólo 40 días para generar un hábito nuevo; si logras mantenerte 40 días con un comportamiento en especial éste se convertirá para ti en un hábito y tú te volverás en un prisionero de éste, pero un prisionero de un comportamiento que te guste.

La vida es como una vela que se consume día a día, el tiempo acaba apresuradamente los días que tenemos para disfrutar en este mundo, y la presión del  paso del tiempo no nos permite sentarnos inertes a aprender todo; aprovecha cada día que pasa, y cada momento, haciendo de la felicidad el camino y de los principios tu base, porque la vida es sólo una, y si no la asientas sobre principios sólidos, la vela de tu existencia va a caer y a apagarse sin haberse gastado de la forma en que debería ser.

No seas una vela caída ni malgastada, sino una vela que esté firme en sólidos principios y que pueda iluminar hasta los más oscuros rincones.

@marioalejandrob

BIBLIOGRAFÍA

Mandino, O. (1975). El Vendedor Más Grande del Mundo. Bogotá: Diana, Colombia.

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