Según la CNDH, en México, el 40% de los alumnos de primaria y secundaria es afectado por acoso o bullying. En este contexto, hay personas que se involucran buscando soluciones para prevenir la violencia, como Gilda Henríquez Darlas, quien ha desarrollado el Modelo de Educación Universal para el Desarrollo Ético (EUDE), el cual busca inculcar en los alumnos la empatía y compasión para actuar con la sabiduría que surge de la comprensión.

De acuerdo a Gilda, la compasión no es un acto altruista o una ayuda a otros que significa un sacrificio, sino que brinda un beneficio interdependiente a todas las partes. Actuar con compasión elimina los límites entre el yo y la otra persona y permite experimentar la vida de manera intersubjectiva. Lo que lleva a la acción ética no son valores basados en la religión, cultura u otro punto de vista específico. Más bien, la acción ética se basa en un entendimiento del otro, el cual es adquirido a través de experimentar esa intersubjectividad.

EUDE es un programa de aproximadamente tres años que se imparte a niños desde los cuatro años y está dividido en tres fases de un año cada una. Se trata de una nueva materia que es introducida en las escuelas participantes y que consta de dos horas por semana, durante las cuales el niño participa voluntariamente y es impartida por maestros especialmente capacitados. Los maestros cursan una maestría de tres años en el Centro de Investigación y Desarrollo Ético (CIDEL) de modo virtual. Concluyendo la maestría, el maestro es capaz de aplicar las herramientas del modelo sin supervisión.

Algunas herramientas del modelo incluyen juegos, teatro, debates, meditaciones y taichí. No obstante, la herramienta más importante son los simuladores, los cuales recrean tres diferentes realidades virtuales puestas en un tablero a través de las cuales los niños practican y ponen a prueba su desarrollo ético. En cada uno de los simuladores los niños se insertan en diferentes contextos: un ecosistema, una ciudad y un viaje a través del universo donde cada planeta representa una posición ideológica distinta. De esta manera, los niños se enfrentan con el reto de comunicar, cooperar y modificar sus conductas en tiempo real para contribuir al desarrollo, manteniendo el ecosistema, el equilibrio de la ciudad y llegando al destino de su viaje. Estos simulares también pueden ser usados en otros contextos tal como con grupos de adolescentes en empresas o fundaciones que pretenden mejorar los interacciones de sus integrantes.

12 años de investigación comprueban que el modelo EUDE tiene un impacto significativo en el comportamiento ético de los niños, muestran que el modelo contribuye a interacciones más empáticas, actitudes más compasivas, posturas más sabias, facilidad para la mediación de conflictos, incremento de autocontrol, mayor capacidad de lenguaje y comunicación y mayores niveles de concentración y atención.

Para poner un ejemplo: al exponer a un grupo de niños a una situación virtual en la que se les preguntaba si permitirían que un niño ciego tocara su cara para conocer su rostro, aquellos que habían participado en EUDE se mostraron más abiertos en comparación con los niños del grupo de control quienes rechazaron la idea con mayor frecuencia. Gilda ha probado que su modelo es capaz de formar actores morales y hoy se enfrenta al reto de hacer el modelo accesible a más escuelas y a más niños, contribuyendo así a cambiar el paradigma de la educación sobre la formación del carácter ético.

Gilda Henríquez es un ejemplo de cómo se puede combatir la violencia atacando la raíz del problema en lugar de los síntomas; muestra de que existen personas que ven en los problemas una oportunidad para generar soluciones innovadoras y aprovechan sus errores para aprender y seguir adelante. Ella es parte de una gran comunidad de emprendedores sociales que construye un mundo mejor y nos invita a unirnos a la causa.

Por: Marie Karaisl, colaboradora de Ashoka

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